30.1.12

LA CENA Y A DORMIR


En ese momento su cuerpo, su mente, todo su ser pedía una sola cosa.... sexo y el al verla sabia que no podría pararla.
Sus manos recorrían el cuerpo de Carlos, acariciando su espalda, su cintura bajando hasta su bragueta. Su erección era enorme y al notarla ella se excitó aún mas.
Sus ojos se clavan, su lengua acaricia sus labios y su mano comienza a desabrochar su pantalón.

Se agacha.
Pasa su boca y sus mejillas por encima del boxer acariciandolo con un movimiento suave, mientras, su mano va retirando la prenda lentamente dejándolo al descubierto. Realmente la visión de este....le fascina.

Carlos intenta decir algo, pero ella sisea mandándolo callar. No quiere palabras, solo quiere disfrutar de ese momento.

Atrapa su sexo con su boca, lo presiona con su lengua y el cielo de su boca, lo saborea como el mejor de los caramelos...y de repente lo introduce casi hasta su garganta.
Va subiendo y bajando con movimientos acompasados, deleitándose en cada maniobra que realiza, sabiendo perfecta mente el placer que está provocando. Acelera el movimiento a la vez que con su mano va acariciando el perineo y sus testículos, los aprieta sin brusquedad. Sabe que no podrá aguantar mucho mas tiempo, así que se levanta y se coloca de espaldas a el.

El sabe lo que quiere y metiendo sus manos por debajo de su blusa, la levanta el sujetador y aprieta sus pezones con fuerza, eso la vuelve aún mas animal si cabe. Sus jadeos cada vez son mas fuertes, su sexo inflamado y empapado, pide mas...mucho mas.
Bajando su mano, levanta su falda y echa a un lado sus braguitas, mete sus dedos, pero ella no para de moverse, eso no le basta, así que coloca su sexo....y la penetra con fuerza.

De su garganta sale un grito, el sabe que no es un grito de dolor, es un grito de placer, sabe como la gusta que la penetren de esa forma, sigue moviéndose con fuerza, mientras ella apoyando sus manos en la puerta, disfruta de cada embiste.

Los minutos que pasan son salvajes, son dos animales en celo a los cuales, lo único que les importa es el placer que se provocan en esos momentos. No les importa el ruido de la gente que entra y sale, no les importa nada, solo existen ellos dos.

Los dos se corren casi a la vez y allí, casi exhaustos, Carlos se sienta en la taza del water, le tiemblan las piernas.

Ella se da la vuelta sonriendo con su cara de gata salvaje. Se coloca un poco la ropa y le dice:

.- Creo que debería ir a casa para cambiarme, no crees?

El comienza a reír, poniéndose de pie se viste, la coge de la mano, la da un beso y responde:

.- Nos vamos?

Cuando ella toma conciencia, se da cuenta de que mientras evocaba esos recuerdos, su dedos también habían sido participes de los mismo.
Relajada y tranquila, abraza su almohada... y se queda dormida.

*Betzabé*