Entre sus fuertes brazos se quiebran huesos y cartílagos
Desesperados brazos recorriendo el universo de la piel
Rozando tiernamente el rostro enrojecido y sudoroso
Respiración agitada, morbosa tortura de infinito placer
La sangre corre enfebrecida, las bocas se abren en besos profundos
Labios que se muerden, lenguas que se enredan, frutos en llamas
Besos que desbordan, mieles que asoman, brotan y corren
Bella flor humedecida, primorosa cueva roja de manantiales ardientes
Ligero escalofrío, entre sus labios pezones erguidos son bebidos
La dulce voz es grito lujurioso e intenso en cada arremetida
Los pétalos levantados hacia los cielos, coronan su cabeza completa
Inagotable cópula salvaje que enciende la punta del lustroso sable
En la profundidad de los valles contorsión y fricción de carnes encendidas
Lenguas inquietas, avanzan, retroceden, desbordando las corrientes
Ya te pedí perdón.
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s
Henri Gervex (1852-1929)
Ya te pedí perdón, ¿qué más deseas…? ¿Que me arrastre, que pene, que
suplique…? ¿Que te llore mi error, que magnifique lo que...
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